Cuando pase el temblor, viene el infierno.
Cuando
el 1° de Abril nos enteramos de un terremoto en la Zona Norte de nuestro país
de 8,2 grados Richter, imagino que la mayoría pensó que aparte de ser una
tragedia y lamentar lo ocurrido, ya estábamos casi acostumbrados a estas
tragedias, de hecho hoy hablar de Tsunami es casi normal, término que hasta el
27F se asociaba a tragedias de otros países, generalmente asiáticos, nunca habíamos
sido testigo de algo tan tremendo como lo ocurrido en esa fecha, excepto las
personas que vivieron en Valdivia el año 1960.
En términos nuestros record
mundiales son muy pobres, el completo más grandes, el choripan, el cocimiento más
grande del mundo, pero en los terremotos somos Top Five, record entre los más
grandes que exista registro, por lo que vamos parece que vamos perdiendo
nuestra capacidad de asombro, suena indolente. Pero cuando nos encontramos al día
siguiente con un nuevo terremoto de 7,4 grados Richter y una nueva alerta de
Tsunami, decimos en que parte del mundo ocurre esto, parece que se acaba el
mundo o es mucha la desgracia, no tengo registro que otro país le hubiese
ocurrido, es simplemente increíble vivir esto y mantenerse de pie, cuando
cualquier país del mundo hubiese estado en el suelo, esta país se mantuvo de
pie.
Este tipo de tragedias marcan una generación,
todavía conversamos que estabas haciendo el 27F, imagino las personas que
vivieron los dos eventos el 2010 y ahora, es simplemente traumante, nos
recogimos en un abrazo, nos preocupamos de nuestras familias, de cómo podemos
volver a levantarnos, no se puede responsabilizar a nadie, es un factor de la
naturaleza que no podemos evitar ni controlar y tendremos que convivir siempre
con ello.
Cuando pensábamos que lo peor había pasado,
nos enfrentamos a una imagen dantesca, un infierno que se transmite en vivo por
televisión y que pareciera una película gringa por las magnitudes que abarcaba
y que desgraciadamente ocurría en nuestro país, es sin lugar a duda la mayor
tragedia que se tenga registro provocada por el hombre y esto hay que
remarcarlo, porque si hay alguien responsable de lo ocurrido en Valparaíso es
el hombre, con una desidia, displicencia y complicidad de lo que ocurría en los
cerros siniestrados que cuesta creer.
Luego de unos días de ocurrida la
tragedia como sociedad es necesario dar una vuelta de tuerca el porqué ocurre
esto, como se pudo llegar a tener ese diseño urbano en una ciudad gigante como
esa, como se permitió construir ahí y así. Las imágenes que se vieron no solo
mostraron la desgracia en sí misma, también desnudo la precariedad, la pobreza,
la falta de preocupación de quienes deben preocuparse, alguien puede creer que
durante décadas se hizo vista gorda de esta bomba de tiempo, cuantos candidatos
habrán pasado por esos cerros y nadie alzo la voz, cuantas de esas personas se
tomaron los terrenos y nadie tuvo la autoridad de ordenarlo como cualquier sociedad
moderna, es simplemente inexplicable, la pregunta será la única ciudad en
riesgo en nuestro país?.
Según los expertos hay varios focos
potenciales de tragedias incluso en la misma región, las autoridades de turno quizás
se dediquen un poco más y trabajen en serio, no podemos ser cómplices de un
invernadero de pobreza, de este cultivo de riesgo y poner los ojos blancos
cuando ocurre una tragedia, nos debe hacer reflexionar con toda la ayuda que se
necesita y que seguiremos dando como país, pero que no bloquee nuestro raciocinio
y conciencia para seguir amparando esta precariedad con que viven miles de
chilenos mientras a pocos kilómetros en la misma región se vive como la Riviera
Francesa, no hay que conocer el infierno para saber lo malo que es, espero que
cuando pase el temblor no vuelva a conocer el infierno.
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