Un presidente pobre para Chile, una realidad que debemos resignarnos.
Cuando
terminaba la década de los 90’ tuvimos uno de los enfrentamientos más duros
vistos en los últimos años en la política chilena, incluso hasta ahora, en
donde se enfrentaba Ricardo Lagos por la concertación y Joaquín Lavín por la
alianza por Chile, probablemente la primera gran elección vivida de vuelta a la
democracia, porque las dos primeras nunca hubo competencia siendo carreras
ganadas con anticipación.
Cuando las
cifras de campaña se fueron acercando con una velocidad abismante, el comando
del presidente Lagos subestimo el alza de Lavín, siguiendo con su política de
denostación y descredito de todo lo que venía desde la campaña de Lavín. Hasta
que llego la primera vuelta produciéndose un empate entre el Presidente
Lagos y Joaquín Lavín, algo inesperado por las encuestas así como su comendo,
que a media tarde de ese día Genaro Arriagada decía que estaban 12% por encima
de su rival, luego en pocas horas se dio vuelta y tuvimos un empate técnico con
30.000 votos aprox. de diferencia.
El encargado
comunicacional de la campaña del presidente Lagos era nada más y nada menos que
Marco Enriquez-Ominami, quien fue destituido al día siguiente por el
presidente, ya que se dio cuenta del daño que le había realizado a su campaña e
imagen, la odiosidad, denostación, bullying que se hacía a Joaquín Lavín por
sobre las ideas, los proyectos, los desafíos que eran muchos pero no lograban
resaltar por la infamia del mensaje artero de sus asesores comunicacionales.
En cambio
Lavín ofrecía de un todo y fue generando empatía y credibilidad hasta casi
llegar a ganar la presidencia que al final perdió en segunda vuelta, gracias a
una jugada maestra de Insulza como fue discutir la reforma laboral entra la 1°
y 2° vuelta, dándole el triunfo al presidente Lagos, quien demostró que el
error era su equipo comunicacional y no su candidatura.
Casi 20 años
después en las elecciones presidenciales del 2017, cuando pensamos que el mundo
progresa y tenemos mirada de futuro, debemos enfrentar la misma pobreza que
vivimos hace casi 20 años, con discursos llenos de odiosidad, buscando la lucha
de clases, con frases anacrónicas y una cacería sin precedente en la historia
reciente, todos contra Piñera. Lo curioso que se da en la historia que se
repiten protagonistas, Marco Enriquez-Ominami, mantiene su odiosidad y mensaje
contumaz, pero ahora suma el seudoliderazgo de llamar a un frente común para
segunda vuelta denominado “ Todos contra Piñera”, para así según él evitar que
Piñera gane la presidencia y retrocedemos ( como si no hubiésemos retrocedido
suficiente en este gobierno).
Para MEO, su
incontinencia verbal antipiñerista no le permite trascender sus ideas, cada 30
segundos o un minuto saca a colación al presidente Piñera, para mal obviamente,
con comparativos, vendiendo ética, moral, con cara de mármol, ni se arruga. A
MEO se debe agregar Artes, que no se sabe su trayectoria y a esta altura es el
único ciudadano no norcoreano del mundo que defiende la tiranía de ese
dictador, Navarro que en cualquier momento nos deja la presidencia botada para
ir a la guerra con Maduro, Goic que nadie sabe qué quiere decir con sus
mensajes, una patria resiliente, no quien lo puede descifrar, además de
lágrimas Guillier, quien llora todo el día que no tiene plata, cuando sale cada
10 minutos por radio y eso no es gratis.
El eslogan que
pregonan los candidatos de la izquierda (incluida la DC, que hoy es una rémora
de la izquierda) “Todos contra Piñera”, demuestra una pobreza absoluta en los proyectos
de gobierno, más bien no hay proyecto, solo intentar ganar por cualquier medio
al candidato de la derecha, no con un propósito común, porque no hay casas en común,
no hay objetivos que los unan, que haremos con los hospitales sin médicos, con
el empleo que esta encubierto por Uber, con la seguridad social, pensiones,
etc., solo tienen en común el perpetuarse en el poder para seguir teniendo sus
puestos de trabajo burgueses que les permiten seguir siendo de izquierda, pero
con los manjares del capitalismo.
Esto ha
permitido que la pobreza franciscana de esta campaña prolifere sin ninguna
exigencia, donde personas neófitas como Eduardo Artes puede ser candidato, le
permite al ex presidente Piñera aventajar cómodamente sin exigirse ni menos
desgastarse, porque el oficialismo puso un producto de marketing que no sabe lo
que dice ni menos lo que debe decir, incluso se dieron el lujo de desechar al
ex presidente Ricardo Lagos, quien debe ser uno de los mejores estadistas del
continente, lo dejamos afuera sus propios pares socialistas en forma
inexplicable, fue tanta la decencia del expresidente que se retiró y hoy debe
mirar con asombro lo paupérrimo de los seudolideres que tenemos.
Se dicen
cifras, se mencionan estudios que nadie sabe su procedencia, se asocian
encuestas, pero cuál es la medula de las ideas, ninguna, quizás ese sería un
problema menor, que solo se podría arreglar mejorando los asesores, pero acá
tenemos una pobreza mayor, que es la intelectual, de inteligencia emocional, no
tenemos un nivel para que puedan llamarse candidatos presidenciales, como será el
nivel que MEO destaca del resto, eso habla del escuálido nivel. Al final entre
tanta pobreza es obvio que alguien con riquezas de recursos con el presidente
Piñera camina tranquilo y seguro, además es quien tiene más clara la tarea a
realizar, algo que no se hubieses dado con el presidente Lagos.
Pero puede ser
considerado exitoso un triunfo entre tanta mediocridad?, puede dar liderazgo
sobre personajes sin herramientas?, es difícil, ya lo vimos en las elecciones
anteriores, donde la presidente Bachelet destacaba producto de la mediocridad
de sus pares, pero a la hora de gobernar mostró toda su precariedad, incluso
hoy nadie nos trata de engañar hablando del liderazgo de la presidente, cuando
precisamente lo que no tiene es liderazgo, solo a tener en cuenta a la hora de
las próximas elecciones, no puede debatir alguien que no existe en las
encuestas con un ex presidente, una falta de respeto, elevemos el nivel para
poder tener futuro, porque al ritmo que vamos tendremos pronto nuestro propio
Maduro o Kim Jong-un.
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