Dávalos, una verdad que duele.



Las declaraciones vertidas hace pocos días por Sebastián Dávalos, una vez conocido el fallo de la corte de apelaciones de Rancagua en el sobreseimiento definitivo del caso Caval, al parecer pasaron desapercibidas, soterradas o bien se les bajo el perfil para cuidar la imagen de la presidenta, pero en un análisis profundo o somero como se quiera, son de extrema gravedad y dañan en forma sempiterna las relaciones entre estamentos del estado como debe ser el ejecutivo con el ministerio público.
                Cuando la ministra vocera de gobierno, uno de los personajes más siniestro que se haya conocido, argumenta con total desparpajo que es una libertad de expresión las palabras del ciudadano Dávalos, no pareciera ser la misma persona que creaba incidía y división hace un mes  con cada declaración del entonces candidato Sebastián Piñera, hoy presidente electo. Pero lo que no dimensiona la vocera de gobierno que quien injuria y difama al ministerio público con publicidad es nada más ni menos que el hijo de la presidenta en ejercicio, no es un ciudadano común, es alguien que ha estado procesado por la mitad del gobierno de su madre por actos de corrupción, solo para recordar pudo haber quedado eximido del caso Caval en esta instancia, falta suprema, sino que están siendo investigados por otros casos, como el señor de los pollos o el tráfico de influencia de las licitaciones hospitalarias, agregando la arista personal de emitir boletas falsas, algo de lo que se jactaban estar eximidos y cayeron todos.
                Cuando el entonces candidato Piñera eso critica de votos marcados se estaba derrumbando el país y la democracia con esa aseveración, pero ahora el hijo de la presidenta desacredita el ministerio público con injurias y calumnias pero no pasa nada, siendo que sigue sometido a proceso, espero que la presidenta no se haya enterado por la prensa de la salida de madre de su hijito que desde que ingreso al aparato público ha sido turbio, basta recordar que ingresaba autos de lujo al país.
                Pero abstrayéndose del personaje y el caso específico las palabras que se aluden son tan desquiciadas, ósea tenemos una fiscalía corrupta?. En lo personal creo que sí, que al igual que el poder judicial fue penetrado por ideologías que superan la ética profesional y en sus palabras Dávalos dice una verdad que duele.
                Si no fuera corrupta, sería imposible creer que luego de la catástrofe del 27F donde murieron personas por negligencias inexcusable como decir que no había Tsunami, no hubiera nadie sentenciado y sancionado, cuando la fiscal que llevo el caso luego de no conseguir nada en el proceso así como que quedaran todos libres de polvo y paja, fuera nombrada directora del Sename por la presidenta que fue la principal beneficiada de la desidia de este fiscal, Solange Huerta.
                Si no fuera corrupta porque que nunca la fiscalía investigara el financiamiento de la precampaña de la presidenta Bachelet, con platas de Soquimich, que nunca se sometiera a proceso a Ponce Lerou dueño de dicha empresa, quien en su agenda tiene los números de todos los que pidieron plata, Martelli salió en un juicio abreviado con una multa.
               
Si no fuera corrupta no se hubiese elegido al pusilánime jefe del ministerio público Jorge Abbott, que ha dado garantía de cerrar los casos que vinculan al oficialismo de turno, cualquier otro jefe de fiscalía hubiese golpeado la mesa con las declaraciones de Dávalos, pero él está en deuda con la familia Bachelet, porque de no ser por ellos no habría llegado jamás, porque no calificaba.
Si no fuera corrupta la fiscalía, no se justificaría que estuvieran detenidos políticos de un sector político por problemas tributarios en la emisión de boletas ideológicamente falsas, cuando está comprobado que todos lo hicieron, sin embargo solo los miembros de la UDI están detenidos y comparados por toda la fiscalía incluyendo su jefe como un peligro para la sociedad, comparando esos delitos con un portonazo, algo totalmente descabellado.
Cuando un país es penetrado por la corrupción en su sistema judicial, llámese la fiscalía o los jueces, queda al borde del precipicio, porque no tiene para donde arrancar, lo que estamos viendo y viviendo son claros signos de corrupción en un sistema viciado, donde la corte suprema debe anular un juicio donde se dejó liberados a todos los formalizados porque un juez vestido de rojo en clara alusión a su ideología decidió cerrar el proceso, pero que hubiese pasado si el caso no tiene la connotación publica que arrastra y fuese una familia común del campo, se cierra y queda impune.
Cuando ex fiscales hoy defienden narcotraficantes, personas que conocen todos los puntos débiles del estado, cuando un país a un año de los incendios más grandes de su historia, que arraso la mitad del país, solo tiene procesados a dos ejecutivos de una compañía eléctrica, eso es reírse de la inteligencia de las personas.
A veces la verdad duele, pero lo que dijo Dávalos es del porte de una catedral, el problema es que lo dijo un sinvergüenza, lo que se interpreta como el ladrón detrás del juez, pero analicemos el fondo y no los quedemos con la forma, ese es el mensaje.


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